lunes, 6 de julio de 2015

Globalización

En Paraguay se sintió con las privatizaciones de empresas estatales durante el gobierno de Juan Carlos Wasmosy, en una primera oleada, y durante el gobierno de Luis González Macchi, en un segundo intento, que se frustró  debido a la movilización de los sectores populares del país; además de concesiones de rutas nacionales y otras decisiones que marcaron la economía cotidiana de las familias del país, como la quiebra de bancos, la pobreza en niveles históricos y la precarización de las condiciones de trabajo.    



Como antecedentes podemos tener en cuenta que la liberalización económica en el mundo empieza a desarrollarse luego de la Segunda Guerra Mundial, con la formación del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional en 1944, así como el GATT (Acuerdo Generalizado de Aranceles y Comercio) a fines de los años 50 (Serafini, 2008). América Latina inició en la década de 1950 el modelo de crecimiento hacia adentro, enmarcado en las ideas del desarrollismo de la CEPAL, que estimulaba el proteccionismo y el intervencionismo estatal, desarrollándose una base industrial en países como Argentina, Brasil y México. El GATT fue avanzando, con muchos problemas y trabas por el proteccionismo principalmente de los países ricos, hasta que en la Ronda Uruguay de negociaciones en 1995, se conforma la Organización Mundial del Comercio (OMC). Toma impulso en los 90 la formación de bloques económicos, como el TLCAN en el norte y el MERCOSUR en el sur de América.

Es probable que la medida del Consenso de Washington que más brusca y ampliamente se aplicó en el Paraguay haya sido la liberalización del comercio internacional. El país se abrió de forma unilateral, incluso antes de la firma del Tratado de Asunción de 1991, por el que se conformó el MERCOSUR, constituido justamente para ampliar el comercio y la integración regional. En parte, esta apertura prematura del Paraguay se entiende como una estrategia de algunos países desarrollados para permear las economías cerradas de nuestra región, en especial el Brasil, a través de la triangulación comercial o reexportación, además de la exportación de materias primas (Borda y Masi, 2008).
El periodo de rápida liberalización se da entre 1989 y 1995. Las estadísticas evidencian este proceso: mientras que en 1985 las exportaciones del país eran equivalentes al 10% del PIB, en 1990 llegan al 26%, y en 1995 al 48%. En los mismos años, las importaciones pasan del 14% al 31% primeramente, y en el año 1995 llegan al 50%.

Uno de los efectos más notorios y expansivos de la apertura fue el crecimiento del negocio de la reexportación o triangulación comercial (importar para volver a exportar), hecho que apuntala la tesis que afirma que la apertura en Paraguay fue pensada en función a penetrar mercados cerrados como los de Brasil y Argentina. El valor de las reexportaciones fue superior incluso a las exportaciones en el país durante toda la década de los 90. En algunos años las reexportaciones duplicaron a las exportaciones, en especial en 1994 y 1995, pero desde allí esta diferencia empieza a achicarse progresivamente, principalmente por la vigencia del arancel externo común, más el avance de la liberalización en los países vecinos. Adicionalmente, favoreció al negocio de triangulación la aprobación del régimen de turismo que otorgó estímulos fiscales a actividades de intermediación. El centro geográfico de la reexportación se situó en Ciudad del Este, ciudad fronteriza con el Brasil y la Argentina, urbe que ha crecido exponencialmente en la última década, a través del comercio y varias actividades ilícitas.

La apertura comercial, a la par de estimular las exportaciones, provocó un incremento acelerado de las importaciones de productos extranjeros, principalmente aquellos destinados al consumo, y en mucha menor medida, bienes de capital. Esto ha llevado a un déficit comercial crónico en la balanza comercial del Paraguay, dado el mayor valor de las importaciones en relación a las exportaciones, déficit que provoca una grave sangría de divisas que impulsa la depreciación de la moneda local, que ha tenido que ser cubierta con variadas fuentes de financiamiento, como los créditos externos, royalties o las remesas del exterior.










En cuanto al comercio con el MERCOSUR, Paraguay representa sólo el 0.8% del PBI del bloque. Sin embargo estas cifras contrastan con la importancia que tiene el Paraguay en el comercio intra-MERCOSUR, donde alcanza una participación del 9.1%. En otras palabras es el país más pequeño pero el que más abre su mercado en relación con el tamaño de su economía”

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